Nuevas formas de liderar

23 enero 2019 Artículos

Raquel Davó Añón, economista miembro del COEV. Coach Ejecutivo Certificada por ICF

En el World Business Forum celebrado en Madrid el pasado mes de Octubre, Tom Peters, no dejaba indiferente con mensajes tan provocadores, contundentes y alentadores para todos los que tenemos como propósito conseguir un mundo mejor a través del desarrollo de mejores líderes. Algunos de sus mensajes más reveladores fueron:

"Humanización radical": "Las personas siempre deben ir por delante y su bienestar debe ser el sentido y la misión de toda organización empresarial, cuyo único cometido es mejorar la vida y aumentar la felicidad de una sociedad".

Por lo tanto, los líderes son los únicos y máximos responsables del bienestar de su equipo.

El liderazgo debe estar al servicio de las personas.

Si queremos clientes satisfechos, primero consigue que tu equipo se sienta feliz.

Reconocer constantemente el esfuerzo y el trabajo bien hecho.

Lo más importante en una compañía es conocer a las personas: sus motivaciones, sus inquietudes, sus valores personales.

Creatividad, Pensamiento Crítico, Empatía, Valores Personales, son sólo algunas de las áreas a desarrollar y tener presentes de forma prioritaria en la formación de nuestros líderes y equipos.

Asistimos como espectadores a un entorno en el que compañías como Google anuncian que el "talento está sobrevalorado", priorizando ya no lo que la persona "sabe", sino lo que es capaz de aprender, o como Netflix, con sus prácticas revolucionarias de personal tales como vacaciones ilimitadas, o autonomía en la política de gastos, tratando, como ellos mismos dicen a los "empleados como adultos con ausencia de normas". Tampoco es necesario que nos vayamos a Sillicon Valley para encontrar entornos de trabajo en los que los despachos son un recuerdo del pasado. Empresas como BBVA, Banco Santander, Axa, o L'Oreal ya comparten despachos abiertos y colaborativos, facilitando que cada uno sea sienta dueño de su tiempo y de su propia productividad personal, valorando que el trabajo se puede realizar desde cualquier lugar, incluso favoreciendo el momento más productivo o creativo de cada uno.

Es el "momento del humanismo" como apuntó Jose María Álvarez-Pallete, Presidente de Telefónica en el Congreso de Directivos CEDE celebrado en Palma el pasado mes de Octubre, porque "el mayor peligro no es que el control lo tomen las máquinas, ya que hay cosas que no pueden ser digitalizadas, como la empatía, la intuición o la inteligencia emocional". En ese camino, las empresas, y puso como ejemplo el proceso de transformación vivido en Telefónica, deben centrarse en los valores, "tan importantes como las métricas", en desarrollar una cultura abierta, "ya que no es posible no ser transparente", una organización retadora, "sin miedo al cambio", y confiable, de cara a los accionistas, clientes y empleados. "No sólo es importante la tecnología, sino los valores".

Para ir aclarando las ideas y comenzar a poner en perspectiva lo que es clave en la orientación, desarrollo y formación de todos aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir, considero que una síntesis de los principales desafíos en los que hemos de trabajar son:

Transformar la cultura corporativa hacia una cultura basada en valores

Saber trabajar con autonomía, siendo dueños de nuestro tiempo, y por lo tanto, de nuestras decisiones.

Dirigir y liderar equipos colaborativos, con ausencia de jerarquías, flexibles y orientados al logro.

Coordinar la movilidad geográfica para realizar nuestro trabajo, sin importar el lugar físico o la sede.

Generar proyectos y propósitos que vinculen y "enamoren" al equipo, en los que cada uno esté dispuesto a aportar su mejor versión. Es decir, "hacer sentir" que es nuestro sitio.

Unido a lo anterior, y tomando como referencia el reciente Informe de Gallup "The end of traditional manager", en el que pone de manifiesto el perfil del líder, nos encontramos ante una ecuación en la que las variables: Contexto, Actitud, Talento, Valores y Compromiso pueden conducirnos al éxito en la resolución del enigma sobre cómo hemos de liderar a nuestros equipos.

Nos encontramos ante los años más apasionantes de la historia de la humanidad, como ya anunciaba Benjamin Zander, Director de la Orquesta Filarmónica de Boston su famosa conferencia "Ojos Brillantes" ante más de 800 ejecutivos. No somos nativos digitales, y me refiero a los nacidos entre las décadas de los 70 y 80, aunque tenemos que liderar la ola de cambios y la transformación digital en la que estamos inmersos, con muchos años por delante para sorprendernos a nosotros mismos y asistir como protagonistas y no como observadores.

De nuevo, haciendo síntesis del Perfil del Líder en este contexto podemos poner el foco en asuntos tan claves como:

Un estilo de liderazgo que "genera líderes" en sus equipos, por lo tanto, un líder que no necesita brillar, (EgoLess), y que su máxima satisfacción se centra favorecer que las personas crezcan como profesionales y que tomen sus propias decisiones. Es decir, abandonar la ilusión del control y dejar paso a la Delegación y Confianza.

Un estilo de liderazgo que "da a cada uno lo que necesita". No todos los miembros del equipo necesitan la misma dosis autonomía, ni de flexibilidad, por lo tanto, "saber estar cuando se necesita" y ofrecer a cada persona desafíos y apoyos, ajustados a su nivel de desempeño, necesidades, motivaciones y ambiciones.

Un estilo de liderazgo que "se ocupa de generar buenas relaciones". En este sentido, quiero hacer una referencia a la intervención de Daniel Goleman en su conferencia en el World Business Forum de Madrid, en la que entre otras muchas frases célebres, resaltó que "la mayor parte de los empleados se van porque odian a su jefe". De la relación con nuestros jefes depende nuestro aprendizaje, y la aportación de nuestro valor (talento en acción), a un propósito, y en consecuencia, la vinculación emocional a nuestra empresa.

Un estilo de liderazgo en el que "pasar tiempo junto al equipo" es considerado "inversión" y no "coste de oportunidad". Y es precisamente por este tiempo, que conoce bien las necesidades de cada uno para acompañarles en un proceso de desarrollo y aprendizaje, facilitando el logro de sus objetivos. Hablamos de un líder que actúa como Coach, que mantiene conversaciones productivas, enfocadas al futuro, que sabe dosificar la información que comparte y dar los mensajes adecuados, que escucha sin juzgar, que vive el presente y valora a la persona en su conjunto tomando en consideración sus circunstancias, que tiene la firme convicción de que con la ayuda adecuada, podemos mejorar, cambiar y evolucionar. En definitiva un estilo de liderazgo que valora a las personas por encima de todo y que está a su servicio.

Un estilo de liderazgo que "genera entornos positivos" de trabajo, donde las personas curiosas, creativas, dinámicas y entusiastas pueden desarrollar todo su potencial.

Ahora bien, después de todo lo anterior, quizás se pueda generar a más de uno de los lectores una sensación de ansiedad, pues abordar todos estos retos no es tarea fácil.

Hemos de pensar que la gran mayoría de las personas que a dia de hoy están al frente de compañías, equipos, etc.., han transitado por caminos que están muy alejados de todo lo enunciado anteriormente, y por lo tanto, dichas experiencias y aprendizajes, forman para de su "mochila", de sus "creencias" acerca de lo que es y lo que no es. ¿Quién no ha tenido una experiencia profesional siendo liderados por un jefe que es la antítesis del modelo anterior?.

Ante esta reflexión, me viene a la cabeza una famosa frase de Peter Drucker, uno de los padres del Management del siglo XX, "la excelencia de un líder se mide por la capacidad de transformar los problemas en oportunidades". Una frase llena de sabiduría de que nos ayuda a comprender la importancia de aprender, desaprender y reaprender, a partir de un modelo de constante mejora.

Como reflexión final, cada líder tiene que desarrollar su propio estilo, y para ello, trabajar desde el autoconocimiento y el autodescubrimiento le ayudará para trasladar su autenticidad a los demás. No se puede copiar el modelo de otros. Somos seres únicos, y por lo tanto, en esta senda del cambio, hacia nuevas formas de liderar, nuestra autenticidad es lo que nos hará ganar la confianza y el respeto de nuestros equipos. La autenticidad es contagiosa.