La doble disrupción acelera la Transformación Digital del siglo XXI
Durante la primera década del siglo XXI la Inteligencia Artificial, los robots inteligentes y las plataformas
se consolidan como instrumentos aplicables en la
racionalización del trabajo cognitivo en las organizaciones, dando lugar a lo que empezó a denominarse
"La Segunda Era de las Máquinas" (Brynjolffson, E. y
McAfee, A. The Second Machine Age. 2014.).
En 2017 estos mismos autores publican el libro "Machine, Platform, Crowd" en el que se profundiza sobre
el impacto que está teniendo la disrupción tecnológica sobre la productividad, los salarios y el empleo. En
enero de ese mismo año el Mckinsey Global Institute
publica el documento "Un futuro que funciona: automatización, empleo y productividad." En el que ofrece
los resultados de una encuesta llevada a cabo sobre
más de 2.000 actividades laborales en 800 profesiones, donde se concluye que:
- Un 5% de las profesiones analizadas pueden ser
automatizadas en su totalidad con la tecnología
disponible.
- Respecto del resto de las profesiones, el 60% tienen al menos un 30% de actividades susceptibles de automatización.
- La automatización aumentará el PIB de los países
del G19 y su productividad global entre un 0,8% y
un 1,4% anualmente.
- El actual potencial de automatización del G5 de
Europa (Francia, Alemania, Italia, España y Reino
Unido) es de un 46%.
- La adopción de los niveles deseables de automatización puede llevar décadas.
Como consecuencia de estos y otros estudios que
apuntan en el mismo sentido podemos decir que
La doble disrupción acelera la
Transformación Digital del siglo XXI
la Cuarta Revolución Industrial está teniendo un
fuerte impacto sobre la productividad, el empleo
y los salarios, debido a que todas las tareas se ven
afectadas, en mayor o menor medida, por el proceso
de automatización, no solo por los costes asociados
de los trabajadores en la adaptación a las nuevas
formas de llevar a cabo su labor sino también por la
pérdida y reducción de muchos puestos de trabajo.
El efecto negativo sobre el mercado laboral es evidente, al menos a corto plazo y quizá hasta medio plazo, si
no se toman las medidas adecuadas. En contrapartida
podemos decir que el incremento de la productividad
probablemente contribuirá a cerrar la brecha de crecimiento del PIB, ocasionada por la disminución de la
población en edad de trabajar.
No debemos olvidar que esta transición tendrá implicaciones en el orden político, económico y social, debiendo destacar que la gestión de la pérdida inicial de
empleo y la demora en la creación de nuevos puestos
de trabajo, muy distintos en sus características esenciales a los que se pierden, hará necesaria la aplicación de
políticas de protección social y formación complementaria, para mejorar las competencias de los trabajadores y permitir su reinserción al mercado laboral.
La pandemia ocasionada por la COVID-19
Si como resultado de la disrupción tecnológica veíamos en el apartado anterior que teníamos que hacer
frente a una importante crisis, la pandemia asociada a la propagación del coronavirus está dando lugar a otro efecto disruptivo.
En octubre de 2020 el Foro Económico Mundial (WEF)
publicó el documento "The future of Jobs Report
2020" incorporando el concepto de la doble disrupción, ocasionada por la coincidencia de la creciente
irrupción tecnológica con la crisis de la COVID-19, señalando que en ausencia de esfuerzos proactivos, probablemente la desigualdad se vería agravada.
En dicho documento se manifiesta: "Después de años
de creciente desigualdad de ingresos, preocupaciones sobre el desplazamiento de puestos de trabajo
impulsado por la tecnología y el aumento de la discordia social a nivel mundial, los choques económicos y de salud combinados del año 2020 han puesto
a las economías en caída libre, alterado los mercados laborales y revelado plenamente las deficiencias de nuestros contratos sociales. Millones de personas
en todo el mundo han perdido sus medios de vida y
millones más corren el riesgo de la recesión mundial,
el cambio estructural de la economía y una mayor
automatización. Además, la pandemia y la recesión
subsiguiente han afectado a la mayoría de las comunidades que ya estaban en desventaja."
En una publicación anterior (2016) Klaus Schwab, economista fundador del Foro Económico Mundial, ya expresaba, refiriéndose exclusivamente a la disrupción
tecnológica, que se estaba produciendo un nuevo
renacimiento cultural que nos debería llevar a tomar
conciencia de la compleja transformación requerida y
de la necesidad inminente de hacer una reestructuración de los sistemas económicos, sociales y políticos
vigentes.
Considerando a la pandemia, como un acelerador de
los procesos iniciados como consecuencia de la disrupción tecnológica que nos ha obligado a tomar de
forma inmediata decisiones y que de otro modo hubiéramos tardado mucho tiempo en tomar (difusión
del teletrabajo, formación no presencial, etc.), se ha
estimado que, con mayor o menor fundamento, la
aplicación forzada de la transformación digital nos
ha hecho avanzar en condiciones normales lo que
seguramente nos hubiera llevado siete años o más.
¿Qué podremos hacer en este contexto?
Es evidente que nos estamos enfrentando a una nueva
situación y me atrevería a decir que después de la pandemia no volveremos a ser los mismos. Se han producido cambios muy importantes en las condiciones
económicas, políticas y sociales y nos estamos adentrando en un terreno desconocido, al que debemos
adaptarnos, pues mayormente nuestra posición es la
de agentes aceptantes de esta nueva realidad que nos
ha tocado vivir.
En la misma línea y con mucho detalle, el artículo "Navigating the future of the work" (Deloitte Review, Issue
21, July 2017) aborda el problema actual del empleo
sugiriendo tres categorías de acciones a desarrollar
por los diferentes agentes implicados para hacer frente a la situación; a saber:
Los Ciudadanos:
- Deberán establecer su propio plan de carrera.
- Asumirán la necesidad del aprendizaje continuo
durante toda su vida laboral.
- Enfocarán su esfuerzo a aquello que les apasione.
Las Organizaciones:
- Diseñarán nuevos puestos de trabajo y reformularán los que permanezcan debido a la automatización de muchas de las tareas.
- Buscarán e integrarán el talento disponible.
- Implementarán nuevos modelos de organización, cultura, liderazgo y recompensas acordes
con la nueva situación.
Las Administraciones Públicas:
- Diseñarán nuevos ciclos de formación.
- Apoyarán a ciudadanos y organizaciones durante
la transición.
- Reconsiderarán las políticas legales y regulatorias.
Respecto a la demanda de trabajo, es importante
mencionar que la mayor empleabilidad se conseguirá mediante la formación STEM (Science, Technology,
Engineering and Mathematics), por ser los puestos
más demandados durante la Transformación Digital,
pero recordemos que las empresas son sistemas sociotécnicos y precisan de especialistas procedentes de
las Ciencias Sociales, que actuarán como "facilitadores" en la gestión de la complejidad derivada de estos
cambios.
Es difícil concretar la estrategia a seguir de forma individual en una situación como la que hemos descrito,
pues no se trata de un problema que pueda ser resuelto sin contar con la acción coordinada de todos
los agentes implicados, y tal y como lo expresa Milton
Friedman en su libro Capitalism and Freedom (1992),
''sólo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas
que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser
nuestra función básica: desarrollar alternativas a las
políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas
hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable.''
En un momento como el actual, en el que existe una
preocupación generalizada respecto a la sostenibilidad
(sostenibilidad medioambiental, social y en el uso de
recursos escasos), la creciente desigualdad y precariedad del empleo y la incidencia de la brecha tecnológica entre regiones y países en su desarrollo, las palabras
de Friedman quizá podrían ayudarnos a plantear importantes cambios en los paradigmas económicos,
sociales y políticos vigentes, pues los generalmente
aceptados, aunque aportan soluciones que pueden
tener un efecto transitorio sobre los problemas que se
plantean, no ofrecen garantías de eficacia a medio y
largo plazo, lo que nos lleva a insistir en la necesidad
de la reconsideración de las soluciones al uso dentro
de este nuevo contexto y la necesidad de abordar
un rediseño de aquellos que lo requieran, tomando
como referencia los que podemos considerar valores
fundamentales para una sociedad moderna como
son la libertad, la solidaridad y la participación.